COMO LA CIGARRA

Valor, amor, compromiso e inteligencia son las palabras que definen a Marthica Ramírez, quien con su proceder y manera de pensar honró la vida y como la cigarra de la canción, venció todos los obstáculos y puso en jaque a la muerte.







sábado, 16 de julio de 2011

En el primer aniversario de su partida

CONOCER, AMAR Y EVOCAR A MARTHICA FUE Y SERÁ MI PRIVILEGIO

Marthica, tus sobrinos Juan Pablo y Gianny y Myriam, tu hermana, me han pedido que escriba sobre ti al ajustarse un año de tu partida material. ¿De qué hablar entonces?:
¿De tu vida ejemplar? ¿De tus éxitos profesionales? ¿De tu redención a través del martirio de los últimos días? ¿De tu solidaridad familiar y social? ¿De nuestro amor? ¿De tu compromiso con las más elevadas causas? ¿Del privilegio de haberte conocido y amado? ¿De ese vacío que me paraliza en las mañanas y en las noches? ¿De tu constante inspiración en cada uno de  mis actos?
Cuando abro la puerta de acceso a nuestro apartamento, lo primero que veo es tu sonriente fotografía del día del matrimonio y cuando miro alrededor, tu presencia está en cada rincón, en cada objeto ubicado por ti con un propósito evocador.
Es que le diste forma a un lugar donde no ibas a permanecer por mucho tiempo, como asegurando la estadía espiritual y afectiva, más allá de la fría estela de la muerte. Creaste un espacio para mí sin ti, otra rosa de tu desprendimiento inevitable.
Pero eso no te tranquilizó. Tu última preocupación fue mi soledad futura y mi bienestar, así como en tu vida fui yo el sujeto predilecto de tus afanes e ilusiones. No hubo amor más grande, he dicho antes y eso se ratifica al saber que demoraste tu viaje y prolongaste tu martirio, por la imposibilidad material de prever mi futuro y seguir cuidándome. ¡Cuánto sufriste al aceptar que no envejeceríamos juntos, como tantas veces lo imaginamos!
Hoy te echo de menos en las mañanas. ¡Cómo me hacen de falta tus atenciones! Y en las noches, cuando regreso agotado, me gustaría poderte contar lo acontecido, compartir contigo mis esperanzas, amarguras y temores. Metido entre las cobijas, yo el hombre de los proyectos y las ambiciones, quisiera dejar de respirar al experimentar la certeza de que el día siguiente llegará y partirá sin tu presencia física. Es como si ante mí se desplegara colorido y soleado el rompecabezas incompleto de mi porvenir. Entonces cierro los ojos y digo mentalmente: ¡Ay, Marthica Ramírez, si estuvieras aquí!
Pero no te afanes mi amor, no te distraigas del goce de hacer parte de lo infinito. Tengo todo un botiquín con las medicinas que me dejo el haberte conocido;  muy efectivos remedios contra la tristeza y además, me deleito dimensionando lo rico de tu legado: tu ejemplo, el recuerdo de tu amor y tus amigos y familiares que son los míos y me convierten en archimillonario. También tu fe en mí y en las causas que compartimos, es un poderoso combustible para continuar en el camino y tu aporte a mi formación humana seguramente me hará merecedor del amor y la compañía de seres tan bondadosos como tú.
Un año después, el dolor de no tenerte, la alegría de haberte conocido y lo inspirador de tu legado, hacen que con un gran suspiro de felicidad pueda decir que no me equivoqué al amarte y mucho menos al evocarte.
Un besito para la nené de casa.

ALONSO MOLINA CORRALES   
  

jueves, 13 de enero de 2011

Después de seis meses


ÉRAMOS MUCHO MÁS QUE DOS…

La compañera de luchas y de noches
 Por Alonso Molina Corrales
Hace muchos años, cuando finalizaba mi adolescencia y encaraba la angustia gris de un atardecer dominical, me topé en uno de los dos canales de televisión de la época, con un concierto trasnochado, de esos que ayudaban a cumplir con el porcentaje de programación cultural.
La interpretación que la mujer rubia, de grandes ojos y una sonrisa inmensa, hacía de “No llores por mí, Argentina”, de la ópera rock “Evita” de Andrew Lloyd Weber, me dejó extasiado, pero fue la canción siguiente la que me rescató de la depresión vespertina dándole claridad y forma a mis sueños de púber enamorado del amor. De un bote quedé arrodillado frente al televisor con la oreja atenta.
Si te quiero es porque sos/ mi amor mi cómplice y todo/ y en la calle codo a codo/ somos mucho más que dos”, entonaba con pasión la cantante y actriz argentina Nacha Guevara en el blanco y negro de la pantalla del Phillips de mi casa, mientras alborotaba en todo mi cuerpo y en mi mente sensaciones agridulces y muchos presentimientos.
Ese sería un gran amor, pensé cuando la artista terminó la canción y continuó con “Amor de ciudad grande”, el poema de José Martí musicalizado por Pablito Milanés. Yo quiero que la mujer que ame sea así, me dije para mis adentros, mientras repasaba la letra que luego supe era del poema “Te quiero” del uruguayo Mario Benedetti: “Tus ojos son mi conjuro/ contra la mala jornada/ te quiero por tu mirada/ que mira y siembra futuro”.
Como anhelaba desde entonces una vida con un sentido superior al mismo suceso biológico, experimenté una extraña opresión en mi pecho al recordar la voz de la argentina diciendo: “Tu boca que es tuya y mía/ tu boca no se equivoca/ te quiero porque tu boca/ sabe gritar rebeldía”.
Luego reviví el cenit de esa tormenta de sensaciones desatadas que llegaba cuando Nacha decía en la tele: “Y porque amor no es aureola/ ni cándida moraleja/ y porque somos pareja/ que sabe que no está sola/ te quiero en mi paraíso/ es decir que en mi país/ la gente viva feliz/ aunque no tenga permiso”.
En una sola estrofa Benedetti bosquejo con trazos seguros el nudo de una gran historia de amor entre dos seres, enamorados con dulzura y pasión, pero también comprometidos con su tiempo y su país.
Desde ese momento deseé un amor así para mí y aunque amé con locura otras mujeres que modelaron mi vida y mi carácter y me entregaron obsequios tan maravillosos como la paternidad, solo se hizo realidad aquel verso cuando tuve la experiencia de amar y convivir con Marthica Ramírez; la inolvidable “Chiqui” de los amigos, la valiente Cigarra de su propia y ejemplarizante historia, mi compañera de noches y de luchas.
Cuando nos conocimos y a pesar de su juventud, ya era veterana victoriosa de muchas guerras que pusieron a prueba su carácter y su resolución de hacer algo importante con su existencia. Si es cierto que la vida es un pulso, en ese instante ella se los había ganado todos a la adversidad y al iniciar su residencia en Pereira, la disciplina y el talento que le aseguraron esas grandes y personales glorias, le sirvieron también para imponerse en lo profesional y granjearse el cariño de quienes fueron sus amigos de siempre.
Al mirarnos con ojos nuevos, el dial de nuestra existencia fue el mismo, no solo por la decisión de amarnos y acompañarnos, sino también por la voluntad de honrar la vida con el disfrute pleno de lo que ella ofrecía y su consagración a causas y proyectos ubicados más allá de la órbita de los intereses particulares.
Ambos periodistas, los dos involucrados en la política y aficionados a las artes y a las letras, pero sobre todo comprometidos con una visión de un mundo mejor para todos, pudimos trabajar juntos en muchas empresas nobles y acompañarnos como pareja y conciudadanos durante catorce años.
Al volver la vista atrás, el rastro que veo está acompañado del que dejó su paso menudo y en mis logros reluce su rúbrica y sobre todo ese amor tan grande que no le cabía en su cuerpo; esa dedicación y valentía que derrotaba obstáculos e imponía el optimismo. Cuando observo hacia el futuro, su ausencia me intimida, pero su ejemplo me anima a continuar en la batalla y cuando miro a mi lado, siento que su alma valerosa me acompaña a través de un silencio lleno de significados.
Al encontrarla, el sueño que nació una tarde gris de domingo hace veintitantos años se hizo realidad, porque como dijo Benedetti, Marthica y yo nos amamos y en la calle codo a codo éramos mucho más que dos.


Si quiere ver el video de Nacha Guevara interpretando"Te quiero" aqui esta:

      

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El mejor de los recuerdos

Siempre alegre, siempre optimista, siempre amorosa y comprometida.

La política, una de sus pasiones



Marthica también se involucró en la política, que le producía igual pasión que el periodismo. Hizo parte de la organización liberal Amigos Siglo XXI y trabajó en las campañas de Juan Manuel Arango Vélez, Ernesto Zuluaga Ramírez, Rodrigo Rivera Salazar y Alonso Molina Corrales.
 

 

Otras facetas de su carrera

Muy pronto su carrera dio un giro, cuando pasó a la Secretaría de Comunicaciones de la Alcaldía de Pereira, durante la alcaldía de Ernesto Zuluaga Ramírez. Luego fue jefe de prensa de Empresas Públicas de Pereira, jefe de prensa de Multiservicios y Gerente de Comunicaciones de la Gobernación de Risaralda. Aquí aparece en compañía, entre otros, del alcalde Zuluaga Ramírez y los Periodistas Nelly Muñoz Jaramillo y Joaquín Emilio Rodríguez.

Una gigante en su profesión


Nada era obstáculo para Marthica al momento de cumplir su labor como periodista.